Algunas reflexiones en torno a la Economía Circular
como espacio para la innovación social
Pocos espacios son tan prolíficos como la Economía Circular (EC) para entenderse y trabajarse desde la innovación social. Oímos hablar de EC, cada vez más. La EC supone una alternativa al modelo de producción y consumo actual. Pero ¿sabemos realmente qué es y qué implica?, ¿somos conscientes de sus beneficios?, ¿del cambio que supone?, ¿de su potencial innovador y disruptivo?
Así, la EC no solo trata de residuos, su enfoque es mucho más amplio, ya que, al buscar reintegrarlos al ciclo productivo, abarca toda la cadena de valor: diseño, producción, consumo y reciclado, para convertirlos de nuevo en recursos. Y no sólo eso.
Un modelo circular sustituye los insumos materiales y las externalidades negativas sobre el entorno por el conocimiento. Lo hace empleando tecnologías avanzadas y nuevos modelos de negocio basados en los principios de longevidad, renovación, reutilización, reparación, colaboración y desmaterialización.
La transición a una EC es una prioridad para la Unión Europea, que argumenta para ello beneficios ambientales (asociados a la protección del medio natural), sociales (nuevos empleos) y económicos (por ahorro de materias primas, competitividad y oportunidades de negocio).
El foco está en pensar ¿Y cómo entra la economía circular en nuestro día a día? ¿Algún ejemplo? Productos como el papel de piedra, fabricado con caliza y resina, que se puede reciclar infinitamente. Teléfonos diseñados para la durabilidad y la fácil reparación. Artículos de moda fabricados con basura marina. Robots que extraen los materiales valiosos de objetos considerados residuos. Servidores informáticos empleados como calefacciones. Parques tecnológicos que imitan los ecosistemas naturales.
Si innovar, como dijo Peter Drucker, significa encontrar nuevos o mejorados usos a los recursos de que ya disponemos, la innovación es un poderoso catalizador de la EC. Y viceversa. La aspiración de alcanzar un sistema circular estimula ideas creativas e innovadoras. La innovación es poner en el centro a las personas. La importancia de la innovación en esta línea también consiste en acercar, de manera sencilla, una terminología que llega a ser compleja. La mejor forma de poder trabajar la EC es que la ciudadanía se apropie de su terminología, la comprenda, la interiorice en el nivel consciente y la ponga en práctica.
Ante el declive del sistema lineal, el emergente modelo circular convierte la escasez de recursos en nuevas oportunidades y beneficios. La innovación lo hará posible. Ambos conceptos se retroalimentan: innovación y EC, un binomio redondo.
Las startups, más ágiles y flexibles, están siendo pioneras en utilizar modelos de negocio circulares. Existen motivos potentes para apostar por la EC. Hacer realidad la EC requiere un esfuerzo importante en cuanto a gestión del cambio. Y en este sentido medir el impacto y las métricas son fundamentales para que las entidades y empresas facilitan la toma de decisiones y permiten monitorizar el cambio hacia lo circular.
Lo que hay que tener claro es que la EC tiene carácter transversal, atañe a todos los sectores e integra disciplinas y ámbitos de conocimiento tan diversos como biomímesis, nuevos modelos de negocio, bioeconomía, emprendimiento, ciencia ciudadana, nanotecnología, sistemas inteligentes, impresión 3D, innovación social, educativa y financiera, tecnología blockchain, internet de las cosas, inteligencia artificial y robótica. Todas al servicio de generar un mejor planeta y garantizar un entorno sostenible que no sólo vigile y cuide las condiciones del medioambiente sino extienda esas mejoras hacia condiciones de equidad y justicia social para toda la ciudadanía global.
24 de marzo de 2020
Marianna Martínez Alfaro
Coordinadora Área de Innovación Social
Circular Society Labs